miércoles, 3 de junio de 2009

MECANICO DE DIA CAMPEON DE NOCHE

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02/06/2009 - Sonia Pavlicevic (texto) + Xesús Ponte (fotos) / El Progreso (Lugo)

"Eres muy pequeño, así que o espabilas o te vas a enterar". La frase en cuestión se la dijo a sí mismo Iago Ferreirúa después de recibir una buena tunda de sus compañeros de instituto. Entonces tenía quince años y su timidez y corta estatura hacían de él el blanco perfecto para la crueldad adolescente. Su solución, la primera que se le ocurrió, fue inscribirse en clases de kickboxing. Lo demás es historia.

El chaval tímido descubrió enseguida que su lugar en el mundo estaba dentro de un cuadrilátero. Ahí se transformaba. No era ni pequeño, ni inseguro.

Han pasado nueve años desde la reyerta en las puertas del instituto, nueve años en los que Ferreirúa, hoy con 25, no ha parado de cosechar éxitos. El último de ellos en Asturias, donde se proclamó campeón de España kickboxing en la categoría amateur de menos de 71 kilos.

El éxito, casi siempre, esconde historias de grandes sacrificios. La de Iago Ferreirúa es la de un mecánico que tras una jornada de ocho horas diarias en el taller se dirige directamente al gimnasio a entrenarse. De ahí sale cerca de la madrugada. Los fines de semana los deja para los combates.

"Es muy sacrificado pero no me imagino mi vida sin el kickboxing. Lo tengo que hacer, lo necesito", reconoce Ferreirúa.

Ambición controlada
Sus manos reflejan por igual los dos ejes que rigen su vida: restos de grasa de los camiones que revisa a diario y unos nudillos desgastados de los golpes propinados. Iago Ferreirúa reconoce que así seguirán durante mucho tiempo.

"Vivir del kickboxing es casi imposible en España. En Holanda y en Estados Unidos, quizás", reconoce.

Sin embargo, la certeza de no poder vivir de su deporte no le resta intensidad a la ambición controlada de Ferreirúa.

"No soy un fantasma ni me voy poniendo metas imposibles. Me gusta ir combate a combate y luego ya se verá. Eso sí, me gustaría competir en la categoría profesional", dice.

Para ello, trabaja a diario en depurar su técnica y, sobre todo, su cabeza, su punto más débil por ahora.



Esfuerzo mental
"El esfuerzo mental es casi tan importante o más que el físico en el kickboxing. En la final del Nacional disputado en Asturias noté que acusaba los nervios mucho menos que otras veces, y eso es importante". La valentía y la frialdad son, según Ferreirúa, otras de las cualidades imprescindibles a la hora de subirse a un ‘ring’.

"Esto no es como otros deportes. No se trata de tirar un balón y fallar. Si yo fallo puedo acabar tirado en el suelo y ‘K.O.’", explica antes de irse al gimnasio para afrontar el entrenamiento diario. "Es difícil ir del taller al gimnasio y luego entrenar, pero creo que si sigo así, si sigo por este camino, algún día lograré competir en la categoría profesional".

"No soy violento, sólo saco la garra en el ring"
Tímido y de pocas palabras, Iago Ferreirúa convence cuando asegura que no se considera una persona violenta por mucho que encima de un ‘ring’ le salga el temperamento. El deportista lucense señala que se sorprende del respeto que infunde en los demás cuando revela su condición de luchador. "Hay veces que es demasiado, incluso se confunde con el miedo", dice. Fuera del ring, Iago Feirrerúa trata de llevar una vida lo más parecida a la de los chavales de su edad, aunque a veces le falten horas del día. Le gusta escuchar a los Chichos, ver Entrevista con el vampiro o salir a tomar algo con los amigos, pero con un límite. "Una noche de marcha me puede costar un mes de entrenamientos que se irían directos para la basura", observa.

Otra renuncia más que sumar a la larga lista de Iago Ferreirúa, cuya lucha por convertirse en profesional le impide detenerse en el camino y disfrutar de otras cosas. El lucense asegura que su deporte nunca le ha ayudado a impresionar a las chicas, una afición para la que reconoce no tener demasiado tiempo.

El aumento de seguidores del kikcboxing en Lugo no pilla de sorpresa al luchador, que distingue varias tipologías de aficionados al deporte de contacto. "Hay gente que lo practica para mantenerse en forma, pero también hay gente que viene a aprender cuatro golpes que le sirvan en la calle para chulear", denuncia. En lo que no duda ni un momento es en señalar que no le gustaría que sus futuros hijos siguieran sus pasos. "Como aficionados no me importaría, pero no para competir; es muy duro y encima del ‘ring’ puede pasar cualquier cosa", señala. Quizás por esa misma razón su padre no va a ver sus combates: "Se alegra si gano pero no acude a los campeonatos a verme luchar".

fuente:http://elprogreso.galiciae.com/nova/32605.html

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