domingo, 3 de mayo de 2009

El nuevo Golden Boy

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Por Sebastián Contursi
ESPNdeportes.com
Pese a que pueda parecerlo, ser una estrella no es fácil, en ningún ambiente. Por supuesto que visto desde la perspectiva de cualquier persona común, las bondades exceden por un largo campo a las contras.

¿A quién puede no gustarle contar con el reconocimiento y la admiración del público, por ejemplo?

Pero, también, ser una celebridad conlleva ciertas responsabilidades que pueden resultar no tan gratas. Perder buena parte de la privacidad, dar explicaciones públicas ante cualquier equivocación que se cometa, tener que firmar autógrafos o sacarse fotos cuando no se esté de ánimo o, peor aún, cuando se está comiendo en un restaurante, no parecen ser cosas demasiado gratas. .


Pues bien, desde hace algunos años al filipino Manny Pacquiao le cabe perfectamente el status de celebridad, gracias a sus ya memorables hazañas boxísticas y a su carisma.

Ya no es novedad para las personas ajenas al boxeo que el Pacman es un nuevo fenómeno, que acabó, por ejemplo, con cuanto mexicano le pusieron por delante y que, para coronar semejante carrera, le dio una paliza al mismísimo Oscar de la Hoya.

Considerado actualmente por unanimidad como el mejor pugilista libra por libra del mundo, Pacquiao va ahora por otra meta trascendental: convertirse en el sucesor de De la Hoya.

Como si se tratara de un designio, Oscar anunció su retiro hace algunos días, lo cual le abre la puerta al filipino para heredar su trono el próximo sábado, cuando enfrente al inglés Ricky Hatton, en lo que será uno de los desafíos más difíciles de su carrera.

Pero al margen del boxeo específicamente, muchos se preguntan por estos días si, justamente, esta nueva faceta de Pacquiao como personaje célebre que excede al deporte que practica no generará, de algún modo, distracciones que suelen pagarse muy caro.

Pacquiao es en su país natal un héroe nacional. Sus peleas paralizan al país entero y a su regreso lo reciben cientos de miles de personas.

Tanta es su fama, que hasta tiene serias aspiraciones políticas. En mayo de 2007, se presentó a elecciones como candidato a representante al Congreso por la ciudad de Sud Cotabato. Pero, sin embargo, sui candidatura generó cierta reticencia, ya que, al parecer su pueblo pensaba que si Pacquiao se convertía en político esto afectaría seriamente su carrera deportiva.

De hecho, un mes antes de aquella elección, Pacquiao peleó ante el mexicano Jorge Solís, y su preparación la realizó prácticamente en medio de su campaña proselitista, lo cual le generó no pocas críticas. Para colmo, si bien se impuso por nocaut, su actuación ante Solís distó mucho de ser una de las mejores.

El Pacman, finalmente, perdió la elección, aunque no sus esperanzas. De hecho, tiene pensado presentarse como candidato a Presidente de las Filipinas el año próximo.

Mientras tanto, desde aquel entonces a esta parte su fama a nivel mundial ha crecido exponencialmente. Al punto de haberse convertido ya en un personaje holywoodense.

Multimillonario, Pacquiao vive como tal, tanto en las Filipinas como en los Estados Unidos. Posee en Los Ángeles una enorme mansión, maneja autos de los más lujosos y se rodea de otras estrellas. Es común, por ejemplo, ver a celebridades como Mickey Rourke, Mark Walhberg o Christian Bale presenciando sus entrenamientos en el Wild Card Gym, donde el filipino realiza sus preparaciones a las órdenes de Freddie Roach.

Entonces, las preguntas resurgen, ahora con más fuerza. ¿este nuevo estilo de vida terminará distrayendo a Pacquiao de sus obligaciones como deportista? ¿Entrará en ese estado de obnubilación por tanta fama, que suele terminar perjudicando a tantos boxeadores?

En primera instancia, no creemos que esto suceda. Hasta el momento, pese a todo, Pacquiao siempre subió a los cuadriláteros excelentemente preparado físicamente.

El problema, más bien, puede ser a nivel mental. Pues suele haber un punto en la carrera de los boxeadores en el cual creen ser invencibles o, al menos, capaces de superar cualquier adversidad y nivel de oposición por el sólo hecho de ser ellos mismos.

No obstante, el filipino ha transmitido siempre un gran sentido de la humildad. Más allá de sus palabras --siempre correctas y respetuosas para con sus oponentes y las circunstancias que enfrenta-- esto puede percibirse cuando uno habla con él y mira la expresión de sus ojos o sus gestos corporales.

Obviamente, estas sensaciones nunca dejan de ser subjetivas. Pero, en general, quien lo hemos tratado coincidimos. En conclusión, todo indica que Pacquiao está preparado mentalmente para afrontar su situación actual, que, como decíamos, por un lado es privilegiada pero, por otro, puede trastornar hasta al más seguro de sí mismo

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