domingo, 1 de noviembre de 2009

Jake LaMotta

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Por Tim Gaynor
WARREN, EEUU (Reuters) – Jake LaMotta aprendió a pelear con un picahielos en su mano en el patio de su escuela en Bronx, luchando durante toda su vida hasta ganar el título mundial de peso mediano en tiempos en los que las peleas de boxeo eran a 15 asaltos.



Pero en la actualidad, cuando observa a luchadores de artes marciales combinadas golpeándose en jaulas circulares, dice que esto es demasiado brutal. Incluso para él, un boxeador que pasó a la posteridad como una de las grandes figuras de este deporte y quien inspiró la película “Raging Bull”.“¿Cuándo te golpean en el suelo? Eso no tiene sentido, es salvaje”, dijo LaMotta, quien está cerca de cumplir 90 años, mientras se sentaba a conversar sobre las peleas en su casa de vacaciones.

“Está fuera de control, aún pienso que la manera regular es la mejor forma”, añadió.

LaMotta ganó el título hace 60 años con un furioso estilo a dos puños que lo llevó al Salón de la Fama del Boxeo y lo convirtió en un ídolo estadounidense.

Hablando con Reuters sobre su extensa carrera de 106 peleas (83 triunfos, 30 por nocaut) y la agresión que fue capturada en la película de Martin Scorsese “Raging Bull”, señaló que mucho había cambiado desde que se puso los guantes por primera vez.

“Ya nadie sobresale”, dijo sobre los campeones de hoy en un deporte caracterizado por múltiples organizaciones de boxeo y un interés que está disminuyendo.

Para LaMotta, las cosas eran distintas cuado él comenzó en los años de la Gran Depresión, cuando el béisbol y el boxeo dominaban el escenario deportivo en Estados Unidos.

Los niños en su escuela eran tan pobres que lo golpeaban para robarle el sandwich que su madre le preparaba para el almuerzo. Un día su padre le dio un picahielos y le dijo que se defendiera.

“Quizás llegué a casa llorando o algo así, y me pone en picahielos en mi mano y dice: ‘Si hacen algo, persíguelos con un picahielos’”, recordó.

“Y cuando los perseguí con un picahielos, corrieron. pensé que era parte de la vida. Era joven, muy joven (…) Cuando eres joven no sabes mucho. Entonces me di cuenta que no necesitaba seguir usando un picahielos, era lo suficientemente bueno con mis puños”, afirmó.

LANZANDO GOLPES

LaMotta usó la agresividad del patio de la escuela en su feroz estilo de boxeo, inclinándose hacia abajo y hacia adelante, mientras lanzaba golpes, un rasgo que lo hizo merecedor del sobrenombre “El Toro del Bronx” y luego “El Toro Salvaje”.

“Nunca daba marcha atrás. No sé como retroceder. Siempre voy hacia adelante, adelante, adelante”, recordaba mientras fumaba un cigarro y bebía una taza de café.

“Incluso cuando estaba herido siempre era el agresor sin importar qué. Mi mayor defensa era mi ofensiva. Muy pocos tipos hacían eso”, sostuvo.

LaMotta recuerda la agresividad, el empuje y el foco que lo llevaron a subir de categoría y le dieron una oportunidad con el título en 1949, cuando venció al francés nacido en Argelia Marcel Cerdan en Detroit en 10 asaltos para ganar la corona de peso mediano.

“Estaba obsesionado, era la única cosa en mi vida de la que sabía un poco. Tenía que estar un poco loco para hacer las cosas que hice”, expresó.

“Así tenía que ser, así me sentía. No quería nada más aparte de convertirme en campeón, el día que gané el título fue el mejor día de mi vida, había logrado algo que muy pocas personas podían hacer”, agregó.

LaMotta se enfrentó seis veces a Sugar Ray Robinson en peleas que fascinaron a los fanáticos que las veían al costado del cuadrilátero y reunidos alrededor de televisiones y radios alrededor del mundo.

“Sugar Ray fue lejos el más grande, lo tenía todo. No había comparación”, indicó LaMotta. “Peleé con él dos veces en tres semanas”.

Bromeó: “Peleé con Sugar Ray tantas veces que es una maravilla que no tenga diabetes”.

COMEDIA

Luego de retirarse en la década de 1950, compró bares, hizo comedia y apareció en películas.

“Raging Bull” ganó un premio Oscar por la actuación de Robert De Niro, quien entrenó con LaMotta para retratar al boxeador.

“Boxeamos más de 1.000 asaltos juntos”, dijo LaMotta. “Podría haberse convertido en profesional. No sé que tan grande habría sido, pero era lo suficientemente bueno para ser un boxeador profesional. Era grandioso”.

Durante su largo retiro ha visto cómo el deporte que lo llevó a la gloria desde la pobreza ha caído en un mal momento a medida que el interés en otros deportes ha aumentado.

LaMotta habla de Muhammad Ali, Sugar Ray Leonard y Mike Tyson como grandes boxeadores, pero dice que ahora no ve que nadie se destaque.

“Quizás hay una pausa en el negocio”, señaló. “No ha habido nadie destacado por mucho tiempo”.

Cuando el boxeo lucha por captar atención con otros deportes como la artes marciales combinadas, que claramente le desagradan, al final serán los simpatizantes quienes decidan si tiene futuro.

“Es lo que sea que se ponga de moda, lo que el público quiera”, concluyó LaMotta, con imparcialidad. “Cualquiera que sea el resultado, estará bien, más allá de cual sea el que prevalezca”.

(Editado en español por Javier Leira)

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