SORAYA SANCHEZ ENTREVISTADA POR MARCA

QUIQUE PEINADO 09/06/10
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AS.com
La señora mayor que entra por la mañana temprano al Gimnasio Barceló no entiende qué pasa: un fotógrafo de MARCA y un cámara de MARCA.com rodean a Soraya Sánchez, la recepcionista del lugar, pidiéndole que ponga posturitas. "Es que ha boxeado el otro día y ha quedado campeona de Europa", le dicen a la mujer, que no parece muy convencida del asunto. Sólo quiere saber dónde paga su mes y qué hacer con su abrigo.

Antes fue dependienta, camarera o cartera. AHora se siente privilegiada por poder trabajar y boxear
Soraya sonríe: siempre sonríe. Y más cuando no han pasado 72 horas de que se proclamara brillantísima campeona de Europa del peso gallo. Es el tiempo que su fama de bajo coste le ha dado para regodearse en el triunfo antes de regresar a su trabajo como recepcionista del gimnasio donde entrena, "un privilegio", según dice. Antes fue camarera, dependienta o cartera. Ahora se siente afortunada por tener un empleo donde le pagaron un mes de su sueldo para que entrenara seis horas al día preparando la pelea contra la francesa Nadege Szikora. Un lujo.

Soraya, que la noche del viernes se veía agasajada y adorada por un pabellón de Algete a reventar de gente enloquecida con ella, vuelve a ser la recepcionista el lunes a las ocho en punto. "Todavía no he cobrado el combate. Creo que serán unos 3.000 y pico euros. Tengo que invitar a un montón de gente a comer, que me apetece mucho, y con lo que me sobre me quiero ir a Nueva York", dice. Es para lo que dan dos meses de reclusión obsesiva, de entrenamiento al borde de un peso inhumano a razón de seis horas diarias con ínfulas de tortura y una pelea a 10 asaltos contra una superclase europea. "Necesitaba volver a la rutina, ver a la gente. Han sido dos meses de sólo entrenar y dormir. Esta mañana me he levantado pronto, como siempre, he paseado a la perra y he venido", añade.

"Necesitaba volver a la rutina, ver a la gente. Han sido dos meses de sólo entrenar y dormir"
La boxeadora, cercana a cumplir los 32 años, ve ahora cómo su trabajo da frutos. Pero, ¿qué frutos? "Soy campeona de Europa. He cumplido mi sueño", repite como un mantra. Entre tanto, aparca otro sueño, el de ser madre ("tengo mi pareja y soy muy niñera, pero ahora..."), y tantas cosas que quedaron por el camino. Antes del campeonato, su mayor bolsa había sido de apenas 1.000 euros, y en la previa a la pelea contra Szikora renovó su licencia. "Empecé el combate con menos 700 euros", bromea. Dice que quiere estudiar para seguir relacionada con el mundo del deporte, va a dar clases de boxeo y poco más. "Sé que nunca viviré de esto", se resigna.

A los padres no les hace gracia a lo que se dedica. No les deja ni ir a los combates. "No quiero que sufran y, además, no me centro si van. Ellos se imaginan lo que hay, en su cabeza es la mitad de lo que pasa en realidad. Y si aun así sufren...", señala. Tampoco los amigos de fuera del gimnasio entienden que esta chica de cara simpática y tan buen humor se dedique a partirse el alma en un ring para nada más que pagar el alquiler.

No deja a sus padres ir a las peleas: "En su cabeza es la mitad de lo que pasa en realidad. Y si aun así sufren..."
Eso sí, hay cosas que no se compran. "Entrenando, todos los días me aplaudía la gente. Me venían a ver a la hora que guanteaba. Eso me llena más que nada", sentencia. Y se ríe, claro.

"Si sigo peleando por tres duros..."
Automáticamente, tras ganar el Campeonato de Europa, Soraya Sánchez ascendió al número dos mundial del peso gallo, según el web Boxrec.com. Sólo le precede la tailandesa Usanakorn Kokietgym, ocho años menor que ella, campeona del mundo tras sólo cinco peleas. El paso lógico sería intentar ganar el Mundial, pero la española se emplaza a "una conversación con mi entrenador, José Valenciano, para decidir. Haré lo que él me diga".

"Si de aquí a un año veo que no sale nada, y que voy a hacer una pelea por tres duros, igual cuelgo los guantes"
Soraya, eso sí, tiene una ventaja con respecto a sus colegas masculinos: puede soñar con hacer una defensa de su cetro europeo o un asalto al Mundial en España. Las bolsas que mueve el boxeo femenino son asumibles aun sin televisión y contra Szikora, la pelea de fondo de la velada, había cerca de 2.000 personas en el pabellón Duque de Algete. Además, en el ecosistema boxístico sus 31 años son sinónimo de juventud: las tres europeas que la suceden en el ranking de Boxrec.com tienen 39, 32 y 37 años.

Y es que ser campeona de Europa no le garantiza nada. "Vamos a ver qué pasa. Si de aquí a un año veo que no sale nada, y que voy a hacer una pelea para llevarme otros tres duros, igual cuelgo los guantes y me dedico a mi vida", dice. Su plan es estudiar algo relacionado con fisioterapia o masajista. En su día, dejó de prepararse una oposición por seguir en el boxeo. "Sí, el boxeo tiene la culpa de todo", bromea.