«La gente cree que el kick boxing sólo consiste en recibir palos»

El cine fue el culpable. Las películas de acción, al estilo de las que protagonizan Chuck Norris o Jean Claude Van Damme, se convirtieron en el pretexto perfecto para que un adolescente de apenas 16 años se iniciara en el kick boxing. El joven creció y con él su ambición, esa misma obsesión que le ha terminado coronando como campeón del mundo en la disciplina de low kick la pasada semana en Salamanca. Ahora, el ring habla de los éxitos de Enrique Martín y de su destreza sobre el tapete azul.

ENRIQUE MARTÍN CAMPEÓN DEL MUNDO DE KICK BOXING NEOPREOFESIONAL PROMOCIÓN AUSTERIDAD ECONÓMICA ENTRENAMIENTO ESPARTANO

El deportista palentino sopesa la posibilidad de crear una escuela para jóvenes cuando se retire.

-¿Cómo sienta levantar el cinturón del peso wélter?
-Es un subidón. Es el resultado de toda una vida de entrenamiento. De horas y más horas ejercitándome para ser el mejor, y al lograrlo, descargas toda la tensión acumulada durante tantos años.
-¿Y dónde va a colocar el cinturón, con tanto trofeo no tendrá sitio...?
-Algún lugar le encontraré porque es el más importante y no se puede comparar con los once campeonatos de España o los trofeos interclubes.
-¿Y cómo es en lo personal el campeón del mundo?
-Un tipo normal que vive el deporte muy intensamente. No entiendo un día sin hacer nada de ejercicio. Correr, el saco, el gimnasio... son parte de mi rutina, y no me imagino aquí en este momento sin todas esas cosas. Sería horrible vivir sin deporte.
-¿Qué le dijeron en casa cuando sugirió que quería dedicarse a dar patadas?
-Puf... me han apoyado, pero yo sé que no les gusta ver cómo me golpean. Mi padre siempre se pone muy nervioso, pero siempre que he necesitado algo han estado ahí al pie del cañón.
-¿Por qué el kick boxing?
-La verdad es que me picó el gusanillo viendo las películas de acción, de lucha, y me dije por qué no probar. Empecé con 16 años y con 19 ya competía. Las sensaciones siempre han sido estupendas, y si no fuese así lo habría dejado. Yo hago kick boxing porque me gusta, es un hobby, porque hoy por hoy no se puede vivir de esto, por lo menos en el circuito neoprofesional. Yo compagino mi vida sobre el ring con las clases en el gimnasio para poder sobrevivir.
-¿Pero hay gente que llega a vivir de este deporte?
-Sí, en el cuadro profesional. De todas formas hablamos de un deporte minoritario y es complicado. Hay gente a la que casi le va la vida en cada combate. Los luchadores del Este son los que más en serio se lo toman. Si pierden, pueden tirarse días sin comer...
-Será para controlar el peso...
-Sí, eso también, porque tenemos que llevarlo a rajatabla. Yo no tengo problemas porque mi peso está en 67 kilos y no suele variar por mucho que coma.
-¿Al margen del control de las comidas, cómo es la preparación de un campeón de kick boxing?
-Muy dura. En mi caso entreno casi todos los días, aunque lo normal es que descanse uno a la semana. El resto suelo ejercitarme entre dos horas y media y cuatro..
-¿Y siempre ha sido así?
-No, he intensificado los entrenamientos en los últimos años, y también cuando dejé la categoría amateur.
-Parece que ha surtido efecto, campeón del mundo, internacional... ¿a lo mejor se convierte en un icono y a los niños les empieza a dar por el kick boxing?
-Nunca se sabe, aunque sí que es verdad que estamos experimentando un crecimiento cuantitativo. En Palencia contamos con una treintena de personas practicando las distintas especialidades de kick boxing, y en provincias como Salamanca este deporte tiene mucho arraigo por campeones como José Ángel Gómez o Manuel García Ramiro, que se han preocupado de que la gente conozca un poquito más de cerca esta especialidad. Muchas personas se piensan que este deporte se centra sólo en recibir un palo detrás de otro, y no es así.
-¿Alude al trabajo de Salamanca, puede Palencia seguir sus pasos?
-Necesitaríamos más apoyos de todos los tipos para conseguirlo. Puede que cuando me retire me plantee crear una escuela para chavales, pero aún no me lo he planteado a corto plazo. Por ahora estamos los que somos, y contamos con el centro de tecnificación de Valladolid.
-Pese a ese crecimiento del que habla, también admite que es un deporte minoritario. ¿Qué hace falta para llegar a todo el mundo?
-Salir en televisión. Hoy en día si no sales en la tele es muy complicado llegar a todas las casas. Hay que desterrar esa idea de que el kick boxing son dos luchadores en calzoncillos dándose palos.
-También puede aprovechar el periódico para animar a la gente a verlo, incluso a practicarlo...
-Por supuesto. Para practicar kick boxing lo fundamental es amar el deporte y tener mucha ilusión. La persona que llega por primera vez a una clase no se pone a luchar directamente. Esto es como el fútbol o el baloncesto. No es llegar y besar el santo, no. Hay un proceso. El deportista tiene que aprender la técnica, mirarse en el espejo, aprender a golpear al saco. Y luego está el tema de las distintas disciplinas que integran el kick boxing. Uno puede inclinarse por el americano o el oriental. Dentro del primero está el full contact, en el que no se pueden golpear a las piernas; mientras que en el oriental está el thai boxing, una modalidad que está muy de moda.


Fuente:j.j. lopez, nortecastilla.es